17 noviembre 2016

La plaza de mi pueblo/La plaça del meu poble

A mi madre le encanta desayunar en la plaza del puebloespecialmente el domingo. Nos sentamos a ver pasar a la gente, las terrazas están más animadas y se extienden hasta la propia carretera porque ese día se cierra el acceso a los coches. Ella lo mira todo y se recrea: el Ayuntamiento y su patio con grandes árboles que asoman sobre el muro, la fuente y su placita, el campanario ("...obert com una magrana..."-canturrea), la iglesia… lanza una sonrisa de satisfacción y me comenta lo contenta que está con su pueblo (“s`ha fet gran”) y su entrañable plaza. Ya no recuerda todo lo que allí ha visto, ha perdido mucha memoria, pero le queda la emoción cierta que le han dejado esos recuerdos. 

Pepita Greus, la poetisa de Alginet, cantaba a su pueblo: València lo milloret, de València la Ribera i de la Ribera Alginet”. Mi madre no se acuerda de Valencia, y ya no sabe muy bien lo que es la Ribera, pero vive y disfruta, aún, de su pueblo y de su plaza. Para ella, parafraseando a la poetisa, ... es de lo que Deu ha fet i entre lo mes bo que fera, la plaça del meu poble lo milloret". 

Publicado en el periódico Levante-emv


13 noviembre 2016

La botiga de Pepe




En el universo de la memoria de un niño quedan impresas para siempre una serie de referencias de lugar y de persona. En mi Alginet de los años 60 había dos de esos lugares y personas que formaban parte del día a día de entonces: la botiga de Pepe y el forn de Agustín. Infinidad de veces nos enviaba mi madre, a mi y a mi hermano, a comprar a la botiga, que era lo más diferente a lo que después serían los grandes supermercados impersonales actuales. 

Se vivía en la calle y las puertas de las casas no llegaban ni a separar ni a aislar como ahora. Aunque han pasado tantos años y la vida me llevó lejos del pueblo, aún recuerdo la afabilidad y el cariño con los que me trataban Pepe y su mujer. Ahora he vuelto a visitar otra vez la botiga de Pepe y recientemente me enteré de su fallecimiento. Descanse en paz Pepe García Barberá, siempre quedará en el recuerdo de aquel niño en los entrañables años 60. 

Publicado en El Levante, el martes 10 de noviembre de 2016.


15 septiembre 2016

El intruso y la educación



Al arrancar el coche escuché un ruido bajo el capó y vi salir corriendo una extraña y oscura bolita de pelo. Como ya teníamos cinco gatos en el jardín y no deseábamos uno más, en varias ocasiones intentamos capturar al intruso para llevarlo a un centro comercial, cerca de casa, donde hay bastantes gatitos a los que les ponen comida (y así evitan las ratas). Fue inútil,  no pudimos capturarlo, creció en la clandestinidad de los rincones del jardín. No tuvo madre, pero tuvo hermanos mayores. En concreto uno de los gatitos, de carácter más apacible, en cierta forma lo adoptó. Donde iba su hermano mayor iba él, pero la diferencia de comportamiento con nosotros era abismal: el pobre intruso nos tenía un miedo atroz, como es natural.
Hay dos clases de gatos, los que crecen entre las personas y se dejan acariciar desde pequeños y los que crecen sin ese contacto humano. Nuestro intruso, de forma asombrosa sin que nosotros lo educáramos, fue socializado por sus hermanos adoptivos y en la actualidad es uno más entre ellos, incluso diré que casi ha conseguido ser nuestro favorito.

16 agosto 2016

El jazmín y la esperanza



El jazmín estaba precioso, después de la última poda crecía vigoroso y fragante. Era uno de los últimos testigos de una época de recuerdos felices: las niñas eran pequeñas, los problemas también parecían más pequeños y mis padres estaban sanos y todavía jóvenes.
Ese jazmín era hijo de la hermosa planta que crecía en la caseta de campo de mis padres: a partir de una ramita semienterrada, crecieron raíces y pudimos plantarlo en mi casa. Las plantas, las personas o las familias nacen crecen y se mueren, o se destruyen. Es ley de vida, somos esclavos del tiempo y del espacio. 

Nuestra vida transcurre y desaparece en medio de referencias espacio-temporales que siempre creímos esenciales. Ahora, sin embargo, la propia ciencia, a través de la rigurosa física, cuando trata de conjugar las dos teorías más soberbias que tenemos para la comprensión del universo, la física cuántica y la relatividad general, encuentra que ni el espacio ni el tiempo son las dos entidades fundamentales que pensábamos, son emergentes y la entidad fundamental que los determina es cuántica y ligada a la causalidad. 

Mi jazmín crece ajeno a todas estas reflexiones y leyes mecano-cuánticas, y su perfume me devuelve a aquellos tiempos pasados donde la esperanza y el futuro parecían ensancharse. La vida sigue con su vigoroso ciclo y, quizás, la esperanza perdida la encontremos detrás de esa misteriosa entidad de la que parece emanar el propio espacio-tiempo: una entidad más fundamental y capaz de trascenderlo.

Publicado en El Levante-EMV, el miércoles 17 de agosto de 2016.

13 julio 2016

La tía Consuelito y la tía Pañera


Juguetes de los 60

En mi pueblo, Alginet, lo más importante a nivel social por los años 60 se desarrollaba en la Plaça. De pequeñitos, bajábamos con nuestros padres a tomarnos el vermut o el helado, a pasear o, ya de mayores, a buscar los jornales en el campo. Con 8 ó 9 años, los sábados y los domingos, los chiquillos siempre acabábamos en les paraetes de la tía Consuelito y de la tía Pañera. Sus puestos eran un imán para los pequeños que allí encontrábamos chucherías o pequeñas baratijas y juguetes.

 Han pasado los años, muchos años, y ahora sigo bajando con mi madre a desayunar o a tomar un refresco. Ella ha perdido mucha memoria, pero cada vez que nos sentamos en la Plaça me nombra a estas dos entrañables señoras que, aunque desdibujadas, en lo más recóndito de aquella mente infantil todavía las recuerdo de la forma más entrañable.

23 mayo 2016

Queridos bancos




Bancos
 Queridos bancos, ya no os queremos. Nos habéis engañado y los servicios que nos dais son pésimos o inexistentes. Sufrimos más colas que en la Seguridad Social. No dais crédito, que al fin y al cabo es vuestro trabajo, y miles y miles de negocios no pueden funcionar sin él, con el consiguiente perjuicio para esas empresas y para sus trabajadores: mandáis a la basura miles y miles de empleos, abortados por vuestro mal hacer. Os habéis convertido en la peor especie de parásito: el daño que hacéis es mucho peor que el que producen las armas de destrucción masiva. 

Sois cómplices de los defraudadores y de la peor calaña que puede dar la raza humana: los especuladores egoístas e insensibles capaces de arrancar las entrañas y destruir la vida y los sueños de los mas débiles. Anhelo el día en el que la sociedad os transforme en un instrumento de bien para las personas... creo que es posible y, en realidad, mucho más fácil que llegar a la Luna, y ahí hace más de 40 años que llegamos. Yo ni siquiera soy un damnificado de vuestro mal hacer, así que no me puedo imaginar lo que sentirán vuestras víctimas directas. 
Publicado en El Levante-EMV, el 20 de mayo de 2016.

07 mayo 2016

La casa sosegada




Hace unos años, en el suplemento dominical de El País, había una seción dedicada a Antonio Gala que se llamaba la "Casa sosegada". Entonces le envié una poesía que paso a reproducir a continuación:









La palabra, en tu pluma, es poderosa.
Tu casa nos acoge, tú nos hablas
de cariño, de tu perro de tu alma.
En tu hogar con la prosa más hermosa

nos deleitas y elevas, nos confortas.
Escuchando tu sosegada charla
nos mecemos, Antonio, en tu morada
como se mece, al viento, la gaviota.

Cada semana brillas cual mil soles, 
no cedes a la farsa ni al engaño.
Es la casa de todos tus lectores,

el refugio buscado y bien hallado,
lugar donde los pobres corazones
retozan en el más bello remanso.

El mayor de los dolores


Hijos y padres
Mi hija pequeña, de 16 años, ha venido del instituto y nos hemos puesto a comer los dos. Al momento me ha preguntado si me encontraba bien de ánimo… me tenía que contar algo malo. He pensado en sus estudios, algún suspenso, alguna mala noticia del instituto… Le he dicho que estaba bien y me lo ha contado: un amiguito suyo, compañero desde los tres años, en la escuela primaria y en el instituto, había fallecido de cáncer… Me han caído las lágrimas, aunque ya sabía que estaba muy grave y se esperaba el desenlace, pero además me ha conmovido la entereza de mi hija que, a pesar de su dolor, había pensado antes en el mío.
No concibo un mayor dolor en el corazón de esos padres. La vida, como le he dicho, no es justa. Descansa en paz, pequeño ángel.

Publicado en el Levante-emv, el 7 de mayo del 2016.