13 febrero 2004

Calcetines

Salva, cada mañana, cuando se vestía, se tomaba especial interés al ponerse los calcetines: debían ser del mismo color. Ese interés le obsesionaba desde hacía algo más de un mes, pues después de llegar al trabajo, y tomar el primer café del día, descubría que cada calcetín era de distinto color. Así le había ocurrido, día tras día desde hacía más de un mes y no entendía nada. Después, pasaba el resto de la jornada de trabajo alargándose los pantalones para que nadie descubriera su extravagancia.Por lo demás, todo parecía absolutamente normal, no advertía el más mínimo detalle que delatará una situación extraña.

Siguieron pasando los días, hasta que se atrevió a preguntarle a un compañero sobre sus calcetines. El compañero le miró, observó sus calcetines con una expresión aburrida, y le dijo que eran bastante corrientes. Salva respiró, todo eran suposiciones suyas, nadie le veía sus calcetines de distinto color. Pero... ¿ entonces, qué es lo que le estaba pasando?.

Al día siguiente siguió tomándose especial interés al ponerse sus calcetines, pero sabía que todo quedaba de puertas adentro. Nadie iba a reparar en sus extraños calcetines, seguía siendo, al menos en apariencia, una persona normal.

11 febrero 2004

El chico de la película.

No sé si se habrá hecho algún estudio sobre la enorme influencia del cine sobre nuestro comportamiento más íntimo, sobre nuestra forma de ver el mundo, la sociedad y las personas. Creo que el séptimo arte nos ha cambiado, ya nada es igual. Cuando caminamos por la calle, y nos sentimos bien, en muchas ocasiones, vemos la realidad como una película en la que somos el "chico", el centro de atención de una cámara oculta a la que incluso hablamos. Cuando conducimos nuestro coche, con el paisaje al fondo y las notas de nuestra canción favorita, que suena en la radio, envolviéndonos, somos el " chico de la película".

La contemplación de un filme nos identifica de forma total, en la mayoría de las ocasiones, con alguno de los protagonistas. Nos olvidamos de nosotros mismos durante unos minutos, para vivir una nueva vida; pero una vida en la que tenemos un papel importante. Así hemos vivido cientos de vidas diferentes, todas de protagonista. Salimos al mundo real y nos volvemos a encontrar con nuestro papel, la mayoría de las veces aburrido y anónimo, pero la película ha dejado su huella indeleble. Provocará, más pronto o más tarde, alguna reacción .

He observado - al menos esa es mi impresión -, que nos encontramos, cada vez más, en un mundo de protagonistas, donde todos se creen merecedores de todo lo bueno, de todas las distinciones y de todos los honores. Básicamente estoy de acuerdo y creo que es lo justo, pero hay algo que se nos suele olvidar: todos merecemos lo mejor, pero el esfuerzo para conseguirlo suele ser necesario.

El cine, y el efecto de refuerzo de la televisión , ha hecho que pasemos de una situación en la que los privilegiados vivían en mundos estancos e inaccesibles, para la inmensa mayoría resignada a su suerte de eternos segundones, a otra, totalmente contraria, en la que nadie se conforma con otro papel que no sea el del "chico de la película". Vivimos en un nuevo mundo en donde la realidad se encuentra distorsionada por el efecto CH.P.