04 mayo 2012

El muchacho del palo


Me fijé en su cara y en su porte y me pareció un chico más, ni
extranjero ni marginado, pero enseguida advertí el palo, que debía
utilizar para remover entre la basura de los contenedores, y una
especie de carro lleno de trastos.

Es terrible el daño que se puede hacer a millones de personas en
todo el mundo desde un aséptico despacho. Levantando un teléfono
 o apretando una tecla en el ordenador personal o en el smartphone
 se provocan suicidios, crisis matrimoniales, conflictos familiares,
 hambrunas, guerras... miles y millones de vidas truncadas y
sufrimiento infinito.

La concentración del poder egoístamente diabólico que ejercen los
 llamados mercados, encarnados en los todopoderosos hedge funds
 o fondos de inversión libre, es más terrorífico e inhumano que el
detentado por los reyes absolutistas del Antiguo Régimen, borrado
de la faz de la Tierra por las guillotinas de la Revolución Francesa.
Los fondos de inversión son el nuevo dios y las agencias de
calificación, sus profetas.

Publicado en Levante-EMV el jueves 3 de mayo de 2012.