06 enero 2006

El espíritu de la Navidad.


Salgo a la calle y no consigo encontrar la Navidad, por mucho que se empeñen en mostrarnos su cara más falsa, mes y medio antes de que llegue. No la veo en los anuncios luminosos de los grandes almacenes, ni en las compras millonarias a que nos vemos avocados, ni en las comilonas, ni en las fiestas...

Sin salir de casa, en los ojos de Zoe, mi hija de seis años, puedo contemplarla en todo su esplendor. Su ilusión y su alegría lo son todo para el resto de la familia. Hace ahora más de dos mil años, otro niño, pobre y aterido de frío nacía en un pesebre de Belen. Vivió y fue sacrificado en la cruz por todos nosotros, pero hoy su mensaje de amor e ilusión parece que sólo lo pueden entender los más inocentes.