17 diciembre 2007


Una tarde de otoño


Fue una tarde preciosa de otoño. Llegué a casa, subí a mi padre al coche y lo llevé a dar un paseo por la huerta de Alginet y Carlet. Está extremadamente débil y desanimado, y pensé que se animaría con el paseo: el sol todavía era generoso a las cuatro de la tarde; a la derecha el canal del Júcar que da de beber a Valencia; a la izquierda el campo bañado por ese sol cobrizo hasta donde llegaba la vista. Llegamos a nuestra antigua casita, junto al pino centenario, descansamos allí, recordamos los bonitos momentos pasados y reemprendimos el paseo por la carreterita que da al campo del tiro de pichón. Mi padre se animó un poquito, pero la enfermedad no perdona sigue haciendo mella y debilitándolo por momentos.

Llega la Navidad, y deseo con todas mis fuerzas poder ver la próxima en su compañía.Ese es, también, el primer deseo en la carta a los Reyes Magos de mi hija Zoe de ocho años, antes incluso que la bicicleta y el peluche gigante de Winie The Poo.

22 noviembre 2007

Fernando Fernán Gómez

Ha muerto. Me enteré ayer por la tarde. Mientras conducía oí en el programa de Gemma Nierga, "La ventana", que había muerto. Ya por la noche, cuando pusimos la televisión había un programa en la Primera de RTVE en el que salía él, con entrevistas suyas y trailers de sus películas. Estuvimos viéndolo, mi mujer y yo, pero fui incapaz de decirle que acababa de morir. Mi mujer también lo adoraba, y opté por dejarlo vivo en su corazón un poquito más. Hoy cualquier compañero de trabajo le dirá la triste noticia.

04 noviembre 2007


Triste paralelismo, felizmente superado.

Mi abuelo Pepe murió en una prisión de Franco, condenado a muerte por "adhesión a la rebelión". Estuvo esperando la muerte, al pelotón de ejecución, durante varios meses. Cualquier día podía ser el último: a la condena a la pena capital le añadíeron la peor de las torturas, la peor de las incertidumbres. Cuando él murió mi padre tenía 9 años.

Han pasado 67 años y aquello parecía lejos, muy lejos. Pero yo lo volví a revivir la semana pasada. Esta vez el condenado era mi padre, aquel niño de 9 años, y la cárcel era la Unidad de Vigilancia Intensiva del Hospital de la Ribera (Alzira). Los 4 primeros días lo estuve visitando tres veces al día, con la total seguridad de que visitaba a un condenado a muerte. La gravedad de la operación y el desarrollo de los acontecimientos no presagiaban un mejor desenlace.

Cualquier día podía ser el último, cualquier momento podía sonar el teléfono dándome la peor de las noticias. Y lo peor no era eso, lo peor era que tenía que animarle e ilusionarle con que pronto pasaría a la habitación, la habitación 517 que le habían asignado, cuando yo sabía que no volvería a salir con vida de la "cárcel" en la que estaba.

Al quinto día, pudo ser la muerte pero fue la vida. Llegó el" indulto", funcionaron los riñones, remitió la infección y comenzó a recuperarse... Y al décimo día volvió a nosotros, lo llevaron a la habitación y acabó la pesadilla. Afortunadamente para él, y para mi, no se repitió la historia.

03 octubre 2007

Salir o no salir



Cuando vamos a la residencia donde está mi suegra nos encontramos a una señora que siempre está de visita (es lo que dice). Mantenemos una agradable conversación y al llegar la hora de irse, sus amigas la convencen de que se quede a cenar, porque no tiene dinero para coger el autobús y volver a su casa. No le parece muy correcto causar molestias, pero se resigna y supone que al día siguiente tendrá dinero y podrá irse.

Por un instante, en algún momento, he dudado de si estoy o no en su misma situación. Afortunadamente, yo sí que tengo dinero, y las llaves de mi coche en el bolsillo para poder volver a mi casa, pero... ¿ por cuánto tiempo?. Mañana, quizás, cuando busque en mi cartera o en mi bolsillo ya no encuentre ni llaves ni dinero, para salir y poder seguir con mi vida. Mañana, quizás, tenga que quedarme a cenar, y a dormir, después de una agradable conversación con unos señores que han venido de visita.

19 julio 2007

Alzheimer




Hasta hace dos meses la sentaba en la terraza y le ponía en la mano una ramita de jazmín. Se pasaba el tiempo mirándola, oliendo sus flores y cantando.



Ayer le di la ramita para que la oliera. A los pocos minutos se la había comido.

06 julio 2007

La estupidez y la teoría de catástrofes

Normalmente, lo que vivimos en un determinado momento es capaz de ser predicho con un margen razonable , lo que origina una cierta conciencia de continuidad (normalidad) . Esta continuidad suele ser rota por acontecimientos inesperados que, en muchas ocasiones por nuestra propia ignorancia, solemos meter en una especie de saco llamado azar. Un porcentaje de estos suele tener el origen en la estupidez humana.

La vida se compone de una parte racional, continua y, por tanto, esperada y de otra parte discontinua que, en muchos casos, la enriquece. La estupidez puede ser muy destructiva (a priori casi siempre lo es) , pero la ruptura que introduce puede tener efectos enriquecedores y muy positivos. En este sentido puede entenderse su contribución no como “motor” sino como moduladora de los acontecimientos. El motor creo que siempre es la voluntad.

La rotura de la continuidad es estudiada por la llamada teoría de las catástrofes (entendiendo por catástrofe la simple ruptura de esa continuidad). En ese sentido la estupidez como la capacidad opuesta a la razón , y a la continuidad que ella representa, podría entenderse como catastrófica.


Catástrofes aparte, el mejor libro escrito nunca sobre la estupidez humana es, sin duda, el libro del profesor italiano Carlo M. cipolla:"Allegro ma non troppo". Incluye dos ensayos, "El papel de la pimienta en el desarrollo económico de la Edad Media" y "Las leyes fundamentales de la estupidez humana", cuya Primera ley Fundamental dice así: "Siempre e inevitablemente cada uno de nosotros subestima el número de indivíduos estúpidos que circulan por el mundo". Es un librito de 85 páginas editado por Mondadori (1999), ISBN:8439703058.

25 junio 2007

Plantar un árbol... al revés


El otro día estuve plantando en el jardín un ficus. Hice el hoyo y lo metí en él, no sin sentir un pequeño escalofrío. ¿ Lo habría plantado bien o lo habría hecho al revés, como ya me había ocurrido en otras ocasiones?

Al cabo de unos días supe la respuesta. Amparo, mi mujer, se había percatado, pero no se atrevió a decírmelo: Efectivamente lo había plantado al revés.

Enfín, son cosas de mujeres y hombres. El hombre propone y, si no lo consulta con la compañera, acaba plantando los árboles al revés.

07 junio 2007


La edad de la inocencia




Existe una edad en que todo es posible. Los pajaritos muertos no parecen estar tan muertos y cualquier ramita florece, si la plantas y después la riegas.

Es la edad de los monólogos interminables, de los sarpullidos de vida de los que nada ni nadie se libra.

Es un tiempo de asombrosa y profunda rotundidad, de verdades eternas que nunca más volverán a entenderse.

18 mayo 2007

Pequeñas cosas


Desde que se abrió el último ERE en mi empresa, hace ya cuatro años, han ido desfilando y pasando a "mejor vida" un montón de compañeros. Antes de irse reparten alguna de sus cosas entre los que nos quedamos: tengo la grapadora de Tere, las tijeras de Domingo, un paquete de cigarrillos Partagás de Perico, Josevi me dejó dos botellas de agua de litro y medio de Carrizal, y Pepe N., que se despidió ayer, me ha dejado una caja roja metálica de Nestlé ( vacía)...


La vida pasa, la gente viene y se va, y quedan las pequeñas cosas, los recuerdos insignificantes que cuando pasan los años nos hacen recordarlos con una sonrisa cariñosa y condescendiente.











Nota: A Xema que, también, se irá pronto.

21 febrero 2007

La bolsa de pan.

Al tirar la basura encuentro una bolsa de pan colgada del contenedor; ya me ha ocurrido varias veces desde hace unos días. La persona que la deja no se atreve a tirarlo directamente a la basura. Para los que ya tenemos una edad, supongo que casi es un sacrilegio: tirar el pan a la basura, con la gente que está pasando hambre en el mundo, y con el hambre que pasaron nuestros padres...


Venimos de una época en que no se compraba por comprar y nada se tiraba por viejo, y menos la comida. Ahora ya no es así, se compra y se compra y muchas veces no sabemos ni para qué. Todo parece que se puede sustituir,desgraciadamente, hasta las personas.

En las culturas más primitivas las cosas tenían su alma, y la comida era considerada como un regalo de la madre Naturaleza. Ese respeto por las cosas nacía desde la humildad, una humildad necesaria para mantener este planeta limpio y saludable, al igual que nuestra mente y nuestras relaciones con los demás.

08 febrero 2007

La ardilla del sr. Camps.

En tiempos de los romanos se decía que una ardilla podía atravesar España, de punta a punta, sin tener que bajar de los árbloles.





Dentro de poco se podrá decir lo mismo de la Comunidad Valenciana: una ardilla, la ardilla del sr. Camps, podrá atravesar la Comunitat sin bajar de los ladrillos.




Toda la Comunidad Valenciana será un ladrillo y se lo deberemos a los "planes de desarrollo" del gobierno del Presidente Camps.