21 marzo 2005

La Fundación Shell recomienda la intervención empresarial en la ayuda al desarrollo para los países mas pobres

MADRID, 18 (SERVIMEDIA)
La Fundación Shell, organización sin ánimo de lucro creada por el grupo petrolero, ha hecho público un informe titulado "Enterprise solutions to poverty" (Soluciones empresariales a la pobreza), en el que sostiene que la contribución del mundo empresarial al desarrollo de las naciones más pobres es legítima y esencial para su éxito.
El documento achaca el fracaso global de las acciones humanitarias para la erradicación de la pobreza a la ausencia del elemento empresarial en las iniciativas para el desarrollo.
Aunque las ONG cuestionan esta intervención por el negativo impacto social y medioambiental que conlleva la actuación empresarial en muchas ocasiones, la fundación defiende que las iniciativas políticas y solidarias para la lucha contra la pobreza precisan del elemento empresarial como vía de salida de la pobreza.
Sin embargo, la creación de empresas para el progreso de los más desfavorecidos es un campo todavía poco explotado, porque de momento las grandes compañías no ven las oportunidades que ofrece este ámbito.
Para los autores del informe, los principios tradicionales del funcionamiento empresarial pueden contribuir en mayor medida al desarrollo de las naciones más necesitadas que la responsabilidad social corporativa. Sólo la empresa puede ayudar a los más pobres a optimizar los escasos recursos que les aporta la ayuda humanitaria.
Esa sería la responsabilidad social real de los negocios, tal como la describió hace veinte años el economista Peter Drucker. Por eso, los donantes deben pensar en términos de inversión y no de donación.
El informe de la Fundación Shell recomienda que aquéllos que reciban ayudas, den cuentas de ellas, y que la gestión de las donaciones se evalúe en función del crecimiento de las empresas creadas para beneficiar a los desfavorecidos, y de si estos beneficios llegaron realmente a sus beneficiarios potenciales.
La condonación de la deuda externa y otras macrointervenciones económicas deberían cumplir los mismos imperativos, agrega el informe.
Los autores consideran que la actividad de las empresas para erradicar la pobreza debería ser igual de beneficiosa que cualquier otro acuerdo empresarial y generar beneficios acordes al riesgo que conllevan.
El objetivo es hacer que la empresa sirva al pobre, no que sea su jefe, y el reto para las empresas es dejar de jugar a la RSC, que beneficia sus propios intereses, y centrar sus esfuerzos en cumplir los deseos de sus clientes más exigentes: los más pobres del mundo. Esa sí que sería una verdadera revolución, concluye el informe.