16 enero 2004

Obsequio de los dioses.

¿Respondemos al bien con el bien? Esta pregunta, aparentemente tan sencilla, tiene, sin embargo, una respuesta sorprendente: respondemos al bien con el bien si éste procede del poderoso, entendiendo por poderoso una cierta posición de fuerza. El bien que procede del débil —o del que creemos débil— es despreciado porque se interpreta (generalmente) como petición de favor o de protección. El bien del poderoso, por escaso que sea, se agradece, se valora y es recibido como un obsequio de los dioses.

En una película memorable, cuyo protagonista era Lee Marvin, éste contaba, borracho en una taberna, por qué tuvo que matar a su mujer: Él se iba con otras mujeres, incluso las llevaba a su casa, desaparecía durante meses, sin dar ninguna explicación, y la despreciaba continuamente, a lo que ella respondía con cariño y atenciones, contribuyendo a una situación insoportable para él. Esto,siendo una evidente exageración resulta muy esclarecedor. Desde la debilidad —sea real o aparente— el bien no es admitido, incluso resulta un insulto.

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