Acabo de despedir a un compañero de trabajo, Manolo R.. Se va prejubilado por la empresa, una empresa que no está precisamente en pérdidas. Es la destrucción, poco a poco del trabajo de calidad que aún queda para dejar paso a más trabajo basura. Son los signos de los tiempos que corren, tiempos de egoïsmo y ganancia por encima de todo y de todos. Será legal, pero es inmoral.
Hay trabajo, hay ganancias, pero se quiere ganar más a costa de pagar menos. Para eso se necesita subcontratar el trabajo a empresas que aprietan cada vez más a sus trabajadores: más horas, menos dinero. Al final parece que lo único que importa es trabajar, no vivir. Los hijos son los primeros en pagarlo: no queda tiempo para ellos...
Hoy varios medios de comunicación se hacen hoy eco de que ha aumentado, sustancialmente, el número de trabajadores afectados por expedientes de regulación de empleo.
22 octubre 2003
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