16 julio 2012


La cazuela

Hoy, como todos los domingos, estoy haciendo el sofrito de la paella con una cazuela entrañable para mí. Es una vieja cazuela de aluminio de La Hispano-Suiza, con la tapa verde medio rota. Era de la tía Amelia, amiga de mi madre. Por una serie de circunstancias, desde hace más de 25 años la tengo y me encanta cocinar en ella. Casi siempre, como me ocurre hoy, me recuerda a su antigua dueña y a su marido, el tío Alfredo. Cuando volvimos de Barcelona, mi mujer y yo, nos alquilaron su piso de la calle Albacete de Valencia, durante un año, y a pesar de la diferencia de edad llegamos a ser buenos amigos. Ellos habían estado viviendo mucho tiempo en París y eso se notaba en su visión, más abierta, del mundo. El tío Alfredo murió hace unos años, y la tía Amelia no está demasiado bien de salud, pero cuando cocino los recuerdo sonrientes y bromeando como lo hacían  hace muchos años. Seré sentimental o quizás un amante de la vida, desde sus más pequeños detalles, y de las buenas personas.

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