Barbas
Hay sensaciones de la niñez que recordamos, de forma especial, durante toda la vida. Siempre recordaré, por ejemplo, el olor y el sabor de la malta que tomaba mi bisabuela “Visentamaría” en el desayuno.
Mis hijas cuando me besan, y tengo la barba de un par de días, me recuerdan otra de esas extrañas sensaciones ( en este caso teñida de extrañeza): cuando besaba a alguno de mis tíos, con la barba cerrada y sin afeitar.
De vez en cuando, me piden que me afeite y yo, recordando aquello, les hago caso de inmediato. Posiblemente, cuando besen a sus maridos recordarán la misma extraña sensación de su niñez: mi barba punzante y rasposa.
14 abril 2005
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