En el Paraíso
Nuestra obsesión por hacernos oir, por comunicarnos debe venir de la añoranza del Paraíso Perdido. No puedo imaginar un Paraíso más perfecto que aquel en que cada pensamiento y sentimiento se comunicaban "sin llegar a comunicarse". Sólo pensando o sintiendo se hacían, de inmediato, "públicos" . No existía diferencia entre público y privado, todo debía fluir espontáneamente, sin salir del yo ya era de todos y al contrario.
No había barreras, no había límites...
En la medida que la incomunicación nos hace desgraciados, imagino lo dichosos que nos debía hacer la perfecta comunicación ( amor ) en el Paraíso Perdido.
28 diciembre 2003
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